Casa Batllo

El espíritu creativo de Antoni Gaudí se aprecia en cada una de sus obras, pero es en la Casa Batlló donde el arquitecto despliega toda su imaginación y libertad creadora. Corría el año 1904 cuando el industrial Josep Batlló encargó a Gaudí la reforma de una casa que había comprado un año antes.

La Casa Batlló se construyó entre 1904 y 1906 y fue, en realidad, el resultado de reformar radicalmente un sobrio edificio del Paseo de Gracia que había sido proyectado hacia 1877. Gaudí en plena madurez artística y libre de influencias academicistas, vio en ese encargo la posibilidad de explotar todo su potencial creativo.

Gaudí ya era un respetado profesional, pero la ubicación de la casa, en la denominada Manzana de la Discordia, significaba compartir espacio con los mejores arquitectos de la época. Quizá por ello, o simplemente por su innata genialidad, proyectó una casa donde el sentimiento de alegría emana de cada uno de sus rincones y donde se mezclan la rigurosa funcionalidad constructiva con el profundo conocimiento de las leyes de la naturaleza.

Aunque la Casa Batlló es admirada en el mundo entero, no fue hasta 2005, noventa y nueve años después de haberse terminado, cuando obtuvo el reconocimiento oficial como obra de arte universal, al ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La complejidad de este proyecto de Gaudí ha quedado reflejada a través de la publicación de numerosos libros de la Casa Batlló.

Las fachadas de la Casa Batlló

Para remodelar el edificio, Gaudí optó por modificar las líneas compositivas de su exterior. De esta forma, la fachada principal fue objeto de una profunda reforma en la que sólo se conservó la ubicación de las ventanas. El resultado fue un telón dividido en tres partes diferenciadas: una base de piedra de aspecto orgánico, una parte central decorada con cerámicas y vidrios de colores, y una cubierta con tejas similares a las escamas de un reptil.

En la fachada posterior de la Casa Batlló, Gaudí planteó una intervención menos drástica pero igual de efectiva a través de la construcción de terrazas ondulantes y una cuidada ornamentación basada en el uso del trencadís.

En las dos fachadas de la Casa Batlló, Gaudí planteó fuertes contrastes de formas, colores, texturas y acabados. Para lograr este objetivo, recurrió a distintos materiales como la piedra pulida, el vidrio, la cerámica y el hierro forjado, combinándolos de forma magistral para aprovechar su plasticidad y expresividad.

La Casa Batlló y Sant Jordi

Para culminar la fachada de la Casa Batlló, Gaudí proyectó una llamativa cubierta de aspecto ondulado que en el lado orientado a la calle presenta tejas con forma de escamas realizadas en cerámica vidriada en tonos rojos, azules y verdes. Como coronación, Gaudí construyó una torre cilíndrica, cuya base de trencadís enlaza con una pieza cerámica de aspecto bulboso que culmina con una cruz orientada a los cuatro puntos cardinales.

La fachada de la Casa Batlló es considerada por muchos una alegoría de la batalla que libró el patrón de Cataluña, san Jorge, contra un dragón. Según esta teoría, la cubierta representa a la mítica bestia, mientras que las formas óseas de las columnas y los balcones son los símbolos de sus víctimas. La torre coronada por la cruz de cuatro brazos sería el símbolo de la espada victoriosa de san Jorge, que, según la leyenda, se clavó en el lomo del dragón, causando la herida mortal de la cual brota la sangre que tiñe de rojo esta zona del tejado.

La relación entre esta obra de Gaudí y Sant Jordi es una de las muchas curiosidades de la Casa Batlló.

El interior de la Casa Batlló

Gaudí concibió la Casa Batlló como un todo, sin distinciones entre sus partes de dentro y de fuera: los ambientes interiores se expanden mediante formas curvas y onduladas que enlazan suavemente con el exterior, sin que exista una separación abrupta entre la fachada y el interior del edificio.

En su concepción global de la obra, el arquitecto no contrapuso la estética a la función de los elementos a la hora de materializar sus ideas. Así pues, los accesos, la relación entre espacios, la iluminación y la ventilación fueron tratados con la máxima meticulosidad funcional a la vez que formaban parte de ambientes sugestivos.

Los diversos elementos que componen la Casa Batlló de Gaudí integran numerosos oficios como son la cerámica, el vidrio, la forja en hierro, la escultura o la ebanistería y que, en su conjunto, hacen del edificio un claro exponente de arte modernista.