Bilbao

Bilbao, una ciudad en constante cambio

La ciudad más importante del País Vasco siempre se ha distinguido por su espíritu emprendedor. Tras destacar como puerto mercantil y centro industrial, se ha consolidado como una de las urbes más atractivas de Europa gracias a un proceso de cambio que la ha llevado a convertirse en un polo financiero y cultural de primer nivel.

La historia de Bilbao

Los orígenes de Bilbao están repletos de incógnitas, aunque los historiadores tienen constancia de que en el siglo XIII ya existía una pequeña aldea marinera en la margen derecha de la ría del Nervión, donde actualmente se encuentra el casco viejo de la ciudad.

 

Desde su fundación, Bilbao desarrolló su actividad en torno a la ría, que se convirtió en el gran motor del crecimiento de la villa y favoreció la aparición de una vigorosa burguesía local que acabaría influyendo de forma decisiva en la evolución del municipio.

 

A mediados del siglo XIX, los avances en la fabricación del acero dispararon la demanda de hierro vizcaíno, lo que propició el arraigo en Bilbao de importantes empresas metalúrgicas y navales, cuyas actividades generaron una riqueza sin precedentes. Al mismo tiempo, la trama urbana de la villa experimentó un cambio radical, modernizándose con nuevas construcciones financiadas por la burguesía y traspasando sus antiguos límites mediante el plan del Ensanche.

 

Ese espíritu transformador se reeditó a finales del siglo XX, cuando, tras una dura crisis, Bilbao dejó de depender del sector industrial para emerger como una nueva capital financiera y cultural preparada para afrontar los retos del futuro.

 

El casco viejo de Bilbao

Los orígenes del casco viejo se reflejan en su estructura de calles paralelas, un modelo habitual en las villas vizcaínas medievales. La calle de Somera, situada cerca del puente de San Antón, era una de las más pobladas y se distinguía por albergar a zapateros, fabricantes de armas, tenderos y escribanos.

 

En la calle de Tendería se concentraban las tiendas de ropa y los talleres textiles y en Belosticalle, las pescaderías. Por su parte, la calle de Carnicería Vieja era la sede del matadero, y Barrencalle Barrena, la vía más próxima a la ría, atrajo a numerosos comerciantes y marinos.

 

A partir del siglo XVI, el aumento de la población hizo evidente la necesidad de ampliar la villa más allá del espacio intramuros, de forma que se comenzaron a construir nuevas calles hacia los arrabales de San Nicolás, el Arenal e Ibeni, que habían ido desarrollándose en paralelo a la ciudad. Con esa expansión quedaron fijados los límites actuales del casco viejo de Bilbao.

 

La Plaza Nueva, la catedral de Santiago, el mercado de la Ribera, la biblioteca de Bidebarrieta y el lujoso Tearo Arriaga son algunos de los lugares de interés de Bilbao más relevantes.

 

 

El Arenal y el Ensanche

En el siglo XIX, como consecuencia de la industrialización, Bilbao registró un espectacular crecimiento demográfico que acabó desbordando la capacidad del casco viejo. Ni siquiera la reciente prolongación de la trama urbana hacia la zona del Arenal –una antigua playa interior– pudo dar respuesta al acusado incremento de la población.

 

Con el fin de solucionar ese problema, en 1861 el Gobierno español concedió a la villa el derecho a ampliar sus límites jurisdiccionales en detrimento de las localidades vecinas, que hasta entonces se habían resistido a ser anexionadas. Esa resolución significó la creación en 1876 del Ensanche, un barrio completamente adaptado a las necesidades de la sociedad industrial, que enseguida atrajo a las grandes fortunas e instituciones oficiales que promovieron la construcción de suntuosos edificios que reflejaban el vigor financiero de la villa.

 

De esta forma, el Ensanche se acabó convirtiendo en el nuevo corazón de la ciudad, una condición que sigue ostentando en la actualidad. La construcción del nuevo Ayuntamiento fue encargada a Joaquín Rucoba, autor también del Teatro Arriaga de Bilbao, quien diseñó un edificio monumental de planta rectangular rematado por un campanario. Concluida en 1892, la obra tuvo un coste muy elevado, en gran parte debido al rico programa decorativo definido por el arquitecto, que evoca la pujanza del Bilbao de finales del siglo XIX.

 

Los edificios del Ensanche constatan la modernización de la ciudad. La construcción de la Estación de la Concordia, la estación de Abando, el Palacio de la Diputación Floral o la Universidad de Deusto reflejan el crecimiento de una villa que se iba dotando de las infraestructuras y los edificios administrativos necesarios para sus habitantes.

 

El Museo Guggenheim Bilbao

Con su diseño escultórico, el frente del Museo Guggenheim Bilbao encarado a la ría se ha convertido en un símbolo de la ciudad.

 

La construcción del museo tuvo su origen en 1991, con un plan revitalizar Bilbao tras el declive de su industria en los años ochenta. A principios de 1991 las instituciones vascas se pusieron en contacto con la Solomon R. Guggenheim Foundation con la finalidad de crear una alianza que permitiera erigir un museo de arte contemporáneo en colaboración con la prestigiosa firma radicada en Nueva York.

 

El arquitecto que lo diseñaría sería el norteamericano Frank O. Gehry, quien realizó un edificio revolucionario. Desde su inauguración en 1997, la sola presencia del Guggenheim Bilbao ha sido el detonante de la transformación de la ciudad y, más concretamente, de la recuperación de la ría como eje vertebrador de la villa.

 

El nuevo Bilbao

En los años ochenta del siglo XX, la villa se había convertido en un lugar gris y conflictivo, carente de todo atractivo. Tanto el sector siderúrgico como el naval, que hasta entonces habían sido los principales motores de crecimiento del municipio, habían iniciado un declive irreversible que acabó provocando la desaparición de algunas de las empresas más emblemáticas. Esa crisis económica obligó a las instituciones vascas a trazar un plan para garantizar el futuro de la ciudad: convertir Bilbao en una capital turística y comercial de primer rango europeo.

 

Para ello, las administraciones públicas –aliadas con arquitectos de prestigio internacional– invirtieron en la mejora de las infraestructuras e impulsaron ambiciosos proyectos urbanísticos que permitieron regenerar por completo la ría y dar una nueva vida a los espacios anteriormente destinados a uso industrial. Estas intervenciones fueron la base del Bilbao contemporáneo, una ciudad de servicios moderna y cosmopolita moldeada por las últimas tendencias artísticas y arquitectónicas.

 

La torre Ibedrola, la Alhóndiga de Bilbao, el Palacio Euskalduna, la Biblioteca de la Universidad de Deusto y el Parque de Abandoibarra son algunas de las construcciones que se han consolidado como verdaderos monumentos de Bilbao.

 

Portugalete y Getxo

El área metropolitana de Bilbao se extiende actualmente hasta la desembocadura del Nervión, donde se encuentran Portugalete y Getxo, dos municipios situados respectivamente en la margen izquierda y derecha.

 

Debido a su ubicación costera, a partir de mediados del siglo XIX iniciaron una nueva etapa como villas de veraneo, atrayendo a miembros destacados de la aristocracia española y de la alta burguesía enriquecida con la industrialización de Bilbao. En esos años de florecimiento económico, los dos municipios se llenaron de lujosos balnearios y palacetes destinados a alojar a las grandes fortunas que querían disfrutar del contacto directo con el mar y del aire puro que se respiraba en esa zona de la ría.

 

Portugalete y Getxo han logrado mantener su condición de centros turísticos de primer nivel gracias a su privilegiado emplazamiento y su amplia oferta cultural y de ocio, una de las más atractivas del denominado Gran Bilbao.

 

El libro sobre Bilbao para explorar toda la ciudad

Caracterizada por su constante evolución y modernización, Bilbao se ha convertido en una de las ciudades más dinámicas de Europa. Tras destacar como puerto mercantil y centro industrial, hoy Bilbao se ha consolidado como una ciudad emprendedora y dinámica, donde la arquitectura ha adquirido un relevante papel.

 

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