Salvador Dalí

Las obras de su vida

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Sobre el libro Salvador Dalí, las obras de su vida

Este libro sobre Salvador Dalí editado por Dosde ofrece una minuciosa visión de las obras más importantes del artista surrealista, situándolas en su contexto histórico y analizando sus influencias. A través de sus páginas, el lector podrá ahondar en el significado de los cuadros de Salvador Dalí más enigmáticos, al mismo tiempo que conocerá los detalles de la vida de uno de los mayores genios de todos los tiempos.

El libro Dalí, las obras de su vida ha sido realizado para presentar el contenido gráfico y divulgativo de una forma muy visual y detallada. Para ello se organiza el contenido cronológicamente, relacionando la obra del pintor con su vida, sus influencias y el contexto histórico, aportando además numerosas curiosidades de Dalí. El libro contiene un gran número de imágenes de excelente calidad y certificación cromática, lo que garantiza que el color impreso es prácticamente igual a la obra original.

El libro ha sido validado por la Fundación Gala Salvador Dalí, que es la institución encargada de gestionar el patrimonio del artista. Esto significa que se trata de una obra exhaustiva y exigente, que ha pasado todos los controles de la organización que más sabe sobre Salvador Dalí. Una característica que también distingue a la biografía de Dalí publicada por Dosde.

Edición Visual

Salvador Dalí

  • Incluye contenido digital exclusivo
  • Hecho con papel que respeta el medio ambiente
  • Producto oficial licenciado
  • Multilenguaje: Publicado en 8 idiomas

Sobre el libro Salvador Dalí, las obras de su vida

Este libro sobre Salvador Dalí editado por Dosde ofrece una minuciosa visión de las obras más importantes del artista surrealista, situándolas en su contexto histórico y analizando sus influencias. A través de sus páginas, el lector podrá ahondar en el significado de los cuadros de Salvador Dalí más enigmáticos, al mismo tiempo que conocerá los detalles de la vida de uno de los mayores genios de todos los tiempos.

El libro Dalí, las obras de su vida ha sido realizado para presentar el contenido gráfico y divulgativo de una forma muy visual y detallada. Para ello se organiza el contenido cronológicamente, relacionando la obra del pintor con su vida, sus influencias y el contexto histórico, aportando además numerosas curiosidades de Dalí. El libro contiene un gran número de imágenes de excelente calidad y certificación cromática, lo que garantiza que el color impreso es prácticamente igual a la obra original.

El libro ha sido validado por la Fundación Gala Salvador Dalí, que es la institución encargada de gestionar el patrimonio del artista. Esto significa que se trata de una obra exhaustiva y exigente, que ha pasado todos los controles de la organización que más sabe sobre Salvador Dalí. Una característica que también distingue a la biografía de Dalí publicada por Dosde.

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Información adicional

  • Información adicional
  • Subtitle: Las obras de su vida
  • Peso (g): 350
  • Encuadernación: Rústica
  • Tamaño (cm): 19,5 x 22,5
  • Autor: Dosde
  • Páginas: 80
  • Edición: Edición Visual
  • idioma
  • Español
  • Inglés
  • Francés
  • Italiano
  • Japonés
  • Chino
  • Alemán
  • Ruso
  • isbn
  • 978-84-9103-032-4
  • 978-84-9103-033-1
  • 978-84-9103-034-8
  • 978-84-9103-035-5
  • 978-84-9103-037-9
  • 978-84-9103-039-3
  • 978-84-9103-036-2
  • 978-84-9103-038-6
  • código
  • 45-002-00
  • 45-002-01
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Las obras de Salvador Dalí

A lo largo de su trayectoria, Dalí utilizó la pintura para reflejar sus acontecimientos vitales, de forma que sus obras ganaron en profundidad y adquirieron múltiples lecturas. El artista desarrolló un amplio catálogo de imágenes simbólicas –a menudo indescifrables– para referirse a su familia y sus traumas infantiles, que se convirtieron en una fuente de inspiración inagotable.

La mujer de Dalí, Gala, fue otra pieza clave del universo creativo de un pintor especializado en explorar los recovecos más íntimos del ser humano.


El surrealismo y Dalí

A partir de 1927, Dalí comenzó a acercarse a los postulados del surrealismo, un movimiento artístico y literario heredero del dadaísmo que propugnaba la validez del mundo de los sueños y de los impulsos irracionales.

Aunque todavía se resistía a clasificarse como surrealista, Dalí adoptó muchos de los rasgos característicos de ese movimiento en los cuadros elaborados durante ese período, que recreaban espacios oníricos poblados por figuras extrañas sin conexión aparente.

En pinturas de Dalí como La miel es más dulce que la sangre, la personalidad del artista quedó reflejada en la utilización de una iconografía especialmente agresiva.

Tras pasar dos meses en París, en 1929 Dalí se instaló en Cadaqués para sumergirse en un período creativo especialmente fértil.

Sumados a las repetidas lecturas de los escritos de André Breton, los recientes encuentros que había mantenido con los intelectuales franceses aceleraron su evolución hacia un estilo plenamente basado en los postulados surrealistas, que dotó de una gran poder sugestivo a las obras de Dalí de esa época.

Partiendo de las teorías de Freud sobre la interpretación de los sueños, el pintor comenzó a elaborar diversas escenas alucinatorias que, a pesar de su aparente irracionalidad, eran fruto de un trabajo concienzudo, basado en la sistematización de las ideas e imágenes más íntimas.


Los primeros cuadros famosos de Salvador Dalí

En el verano de 1929 Dalí y Gala iniciaron una relación romántica. Bajo el influjo de su nueva pareja, que le ayudó a liberarse mentalmente, el artista abordó El gran masturbador, que actualmente se encuentra en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Presidido por el autorretrato del pintor –inspirado en una roca del cabo de Creus–, este óleo sobre lienzo hacía referencia a las constantes tensiones entre el deseo sexual y la satisfacción del placer, al mismo tiempo que aludía a la huida del entorno familiar, que se oponía firmemente al noviazgo con Gala.

El imponente paisaje de Portlligat fue el escenario de La persistencia de la memoria, obra en la que Dalí expresó la angustia del ser humano por controlar el tiempo a través de tres relojes derretidos que, según el pintor, estaban basados en el queso Camembert.

Expuesta por primera vez en 1931 en la galería de Pierre Colle, la pintura de Dalí fascinó al público y suscitó todo tipo de interpretaciones, como las que relacionan los relojes con la teoría de la relatividad de Albert Einstein.


Los objetos surrealistas de Dalí

A partir de 1931 Dalí alternó la pintura con la creación de objetos surrealistas,una práctica que tenía su precedente en las construcciones dadá del artista Marcel Duchamp y que fue promovida por Breton con el objetivo de trasladar las ideas del inconsciente al mundo material.

Formadas por combinaciones aparentemente aleatorias de distintos elementos cotidianos, estas piezas de diseño sorprendente pretendían superar el concepto tradicional de la escultura, puesto que en su elaboración se ignoraban los criterios racionales.

A pesar de que los objetos surrealistas no tenían usos prácticos, Dalí intentó comercializar algunas de sus creaciones. Sin embargo, las dificultades en los procesos de fabricación frustraron los planes del artista. Pese a ello, esas piezas se han convertido con el paso del tiempo en algunas de las obras de Dalí más icónicas, así como en símbolos de la inagotable imaginación del pintor.


La época estadounidense

En agosto de 1940, dos meses después de que las tropas alemanas desfilaran por el centro de París, Dalí y Gala partieron desde Lisboa hacia Estados Unidos, país en el que permanecieron durante los siguientes ocho años.

En ese período, Dalí realizó numerosos retratos de sociedad y aceptó encargos para ilustrar revistas, libros y campañas publicitarias. Esas obras de Dalí de carácter más comercial garantizaron la estabilidad del pintor en unos años críticos para el mercado del arte.

Aun así, durante su exilio Dalí fue capaz de elaborar obras llenas de simbolismos, como Poesía de América –que se adelantaba a la eclosión del pop-art con la inclusión de una botella de Coca-cola– y la sugerente Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar, que forma parte de la colección del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.


El misticismo nuclear de Dalí

Dalí inauguró su etapa místico-nuclear con La Madona de Portlligat, una obra en la cual ya había comenzado a trabajar durante el exilio en Estados Unidos y de la que realizó dos versiones, la primera de ellas finalizada en Portlligat en el verano de 1949. La singular obra de Dalí obtuvo la aprobación del papa Pío XII en el transcurso de una audiencia privada celebrada en Roma en noviembre de ese mismo año.

Tras obtener el aval del máximo jerarca de la Iglesia católica, el pintor se sintió legitimado para seguir ahondando en su particular interpretación de la iconografía cristiana y el sentimiento religioso. En los años siguientes, esa vía creativa dio lugar a otras obras de Dalí emblemáticas como Cristo de san Juan de la Cruz, una escena de crucifixión en la que el artista catalán se valió de sus conocimientos de la perspectiva y el claroscuro barroco.


Las últimas pinturas de Dalí

A finales de la década de los cincuenta Dalí comenzó a trabajar en una serie de obras de dimensiones monumentales centradas en temas religiosos e históricos. Con esos cuadros, Dalí pretendía rendir tributo a la pintura académica francesa del siglo XIX, una tradición denostada por los adeptos al arte moderno debido a su carácter ostentoso.

El descubrimiento de América por Cristóbal Colón fue una de las primeras obras de Dalí elaboradas bajo esos nuevos parámetros creativos. Encargado por el magnate estadounidense Huntington Hartford para la galería de arte que estaba proyectando en la plaza Colombus Circle de Nueva York, el óleo muestra a un Colón de rasgos adolescentes portando un estandarte con la representación virginal de Gala, en una alegoría de la llegada del catolicismo al continente americano.

A partir de la década de los setenta Dalí redujo su actividad pictórica, pero no sus ansias de sorprender al público. Inspirado por la obra del retratista barroco Gérard Dou, el artista comenzó a estudiar la estereoscopia, una técnica que permitía crear un efecto de relieve a partir del uso de dos cuadros casi idénticos y un sistema de espejos.

El pintor alternó este método con la holografía, una invención reciente que recurría al láser para generar imágenes tridimensionales. Estos experimentos evidenciaron la inagotable curiosidad de Dalí, un autor preocupado hasta sus últimos días por profundizar en las posibilidades de la pintura.